Puede la ignorancia hacer más daño que la maldad? Sí, porque la primera no tiene límite. Muchos de los circunstanciales servidores públicos con sueldos pagados con nuestros impuestos no hacen bien su tarea, y un caso es patente: el del sector hidrocarburos.
Bolivia dejó de vender gas a Cuiabá; a la Argentina no podemos exportar ni la mitad de lo prometido; y, frente a las colas por GLP, un personaje —que por mérito profesional jamás hubiera llegado a ser Presidente de YPFB y Superintendente de Hidrocarburos— dice que la Aduana tiene la culpa del contrabando de gas…
Cierto ministro periódicamente provoca escasez en el mercado con sólo anunciar que podría eliminarse la subvención al diesel y —pese a que lo importamos en crecientes volúmenes— su deficiente provisión afecta la producción agrícola en el oriente ¡y luego hay que ver sus caras en la TV, sin poder explicar por qué suben los precios de los alimentos!
Se escucha también que la energía eléctrica y el agua podrían escasear en el altiplano por la falta de gas natural que ya ocasionó un autorracionamiento en la industria, lo que resulta un verdadero crimen en un “país gasífero” como Bolivia.
¿Cómo se explica esto? Los discursos de la “nacionalización de los hidrocarburos” (2006), “la consolidación de YPFB” (2007) y la “conclusión de la recuperación de los recursos naturales” (2008) sólo sirvieron para espantar las inversiones en petróleo y gas, así como para reducir el “largo plazo” a lo mediático. Hoy importa más repartir “bonos”, confiscar el IDH y vivir con la pesadilla de la inflación, que preocuparse porque el ambiente para los negocios y la imagen de Bolivia se hayan ido al tacho, ubicándola en lugares nada destacables demasiado cerca de Venezuela, Nicaragua y Ecuador (Revista Forbes y Ranking Mastercard-2008), haciendo que otros países —como el inteligente Perú— capitalicen los mercados externos e inversiones que eran para los bolivianos.
Lo cierto es que esta impericia estatal en “tiempos de cambio” literalmente “rifó” nuestra aspiración de ser el centro energético-distribuidor de gas en América del Sur, perdiendo además la calidad de socio confiable. Lula, probablemente para no salir de nuevo en portada (Revista “Veja” - “¡Essa doeu!” – 10/MAY/ 2006) se apuró a construir plantas de regasificación para importar gas desde Asia y el Caribe, además de desarrollar nuevos campos para disminuir la dependencia del gas boliviano; Chile y Argentina hicieron igual. Qué paradoja: ¡Bolivia tan cerca, y al mismo tiempo…tan lejos!
Y, por si ello fuera poco, resulta patético ver cómo un despistado servidor público se empeña en dar cátedra de Economía pasando por alto el daño que los originarios y los originales administradores estatales le han hecho a Bolivia en poco más de dos años, convencidos —eso sí— de que ¡lo están haciendo muy bien!
*Gary A. Rodríguez A.es economista y gerente general del IBCE.
Fuente:
http://www.la-razon.com/versiones/20080714_006333/nota_246_631712.htm
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