“La oposición a Evo Morales es la expresión de la oligarquía terrateniente, de la derecha fascista, racista y del separatismo que quiere dividir a la patria y está representada por los prefectos y comités cívicos de la llamada media luna”.Éste es el sorprendente invento mediático elaborado y posicionado en el ‘mercado’ del sistema nacional y mundial por un núcleo de expertos altamente calificados en el dominio de las ciencias de la comunicación, contratados por el Gobierno central y conducidos por un profesional con fama de ‘encarnación de Joseph Goebbels’, el mítico ministro de Propaganda de Adolf Hitler.La primera regla en estrategia de propaganda, basada hasta en tácticas de guerra, es que el ‘producto’ tiene que posicionarse en el ‘imaginario colectivo’.Al cabo de tres años de intenso y frenético ‘bombardeo’ por ‘aire, mar y tierra’ en espacios de prensa, radio y televisión, a toda hora del día y de la noche y hasta en la madrugada, al punto de consumir el 60% de los gastos del Ministerio de Gobierno, podemos afirmar con cierta dosis de sorpresa y desencanto que el objetivo gubernamental ha sido logrado en gran medida.Es posible que los factores reales del poder en América Latina y el mundo estén convencidos de la distorsión profunda del invento mediático del Gobierno de Evo Morales, pero la ‘opinión pública’ de pueblos y vastos sectores sociales del continente sí se lo han creído.Lo grave es que a cada ‘invento’ mediático del Gobierno no ingresó en el campo de batalla –porque de eso se trata, de una guerra mediática– el campo opositor; el actual régimen tuvo la habilidad de llevar a la oposición hacia un terrero desconocido, donde todo el ‘espacio’ lo ha ocupado sólo él y después ha sido más fácil diezmar a las fuerzas del ‘enemigo’ sobre la base de la represión, el temor y el chantaje, a través de la vergonzante utilización del Ministerio Público y la actitud sumisa de las FFAA.La otra cara de la medalla –para empezar, la votación mayoritaria de los prefectos, los cabildos multitudinarios, la lucha ciudadana masiva y tenaz en calles y plazas de los pueblos y de líderes de la ‘media luna’ por la autonomía, en contra de una Constitución ilegal aprobada en cuarteles y en medio de luto y sangre– se ha ido diluyendo al paso de la destrucción del Estado de derecho y la instalación de un régimen autoritario.Ahora, el poderoso núcleo de la propaganda del Gobierno está desplegando toda su capacidad de manipulación y sesgo para hacer de la Constitución, que están seguros de aprobar por ‘goleada’ el 25 de enero de 2009, la ‘panacea’ a los problemas gravísimos que confronta el país. ¡La nueva Constitución profundizará la división y el enfrentamiento social!Sin embargo, la intensa propaganda del Gobierno dice todo lo contrario y, a veces, de tanto repetir una mentira, como cuenta la doctrina de medios, los ciudadanos comunes terminan creyéndola como verdad.La esperanza que se alimenta es que todo tiene un límite y que frente a tanta saturación, manipulación y engaño el pueblo recobre el sentido común para votar correctamente el 25 de enero.
http://www.eldeber.com.bo/2008/2008-12-13/vernotacolumnistas.php?id=081212232931
Este blog ha sido creado para que los paceños nos quitemos el estigma de que somos masistas. LA PAZ NO APOYA AL MAS, La Paz no apoya los afanes totalitarios del gobierno de Evo Morales. Bienvenidos los nuevos lectores: LA PAGINA SE ACTUALIZA DIARIAMENTE
sábado, 13 de diciembre de 2008
Entre la discidencia y el servilismo
Más allá de las obvias diferencias correspondientes a sus respectivas circunstancias históricas, todos los procesos políticos que se proponen transformar radicalmente las estructuras económicas y políticas de la sociedad tienen características comunes. Las muchas revoluciones que se han producido durante los últimos siglos muestran rasgos que les son comunes. Uno de ellos consiste en que una vez superada la etapa inicial, la de la euforia provocada por las enormes expectativas que unen a quienes se identifican con la causa revolucionaria, comienzan a aflorar las discrepancias internas. Los abusos de poder en que incurren los nuevos jerarcas, la corrupción, el fanatismo, la intolerancia hacia las críticas provenientes de las propias filas, son, entre otros, los síntomas como se manifiesta ese fenómeno. Cuando eso ocurre, los que dominan en el nuevo régimen se encuentran ante un frente de lucha interno. La censura, la represión, la coerción, hasta entonces dirigidas sólo contra “los enemigos del cambio”, comienzan a llegar también a aquellos que le ponen un límite a su lealtad al proceso. Es la hora de los disidentes, de las purgas internas y de los serviles. Al llegar a ese punto, se traza una nítida línea demarcatoria entre quienes son leales y quienes no lo son. Y por lealtad ya no se entiende la adhesión consciente, basada en ideales, valores o principios doctrinarios. Eso ya no es suficiente. Lo que se requiere es servilismo incondicional, ciego acatamiento a la voluntad del caudillo y sus arbitrariedades, total renuncia al espíritu crítico. En Bolivia estamos siendo testigos de las primeras manifestaciones de la nueva etapa a la que ingresa el “proceso de cambio”. Es de las filas oficialistas de donde provienen las más serias denuncias contra los excesos de la jerarquía gobernante y quienes optan por la lealtad a sus propias convicciones se alejan o son alejados, y su lugar es ocupado por los más dispuestos a exhibir con orgullo una actitud lacayuna libre de todo escrúpulo. Notables ejemplos de esto último los hemos visto recientemente. Es el caso de un ex activista defensor de los derechos humanos transformado en un entusiasta violador de los mismos. Un periodista, además ex dirigente de su sector, convertido en guionista de una feroz arremetida contra su gremio para congraciarse con los dueños del poder es otra elocuente muestra de las cualidades que el régimen exige a sus servidores. A medida que avanza el proceso revolucionario, la aplicación de las nuevas reglas se va extendiendo a toda la sociedad. Pero se comienza por las propias filas. Por ahora, quienes tienen que elegir entre la lealtad, la disidencia o el servilismo, son los seguidores del MAS y su proyecto político.
http://www.lostiempos.com/noticias/13-12-08/editorial.php
http://www.lostiempos.com/noticias/13-12-08/editorial.php
Suscribirse a:
Entradas (Atom)