Jose Gramunt: Transformismo

Para los politólogos de buena ley parecerá una aberración el hecho singular de que un Jefe del Estado —y en el sistema presidencialista de Bolivia, también jefe del Poder Ejecutivo— se desprenda, cuando y como le venga en gana, de su investidura para vestirse el poncho de dirigente sindical. Pues bien, esta singularidad ocurre con frecuencia en Bolivia. La última se ha registrado en la participación militante de don Evo Morales en la marcha de sectores sindicales, traídos de diversas partes del país con el fin de obligar al Congreso Nacional a que apruebe la ley de convocatoria al referéndum dirimidor y aprobatorio de la propuesta constitucional del MAS. ¿Es correcto este transformismo, de un Primer Mandatario a dirigente cocalero? Para don Evo, todo es correcto y posible: ya vendrán después los abogados para posibilitarlo y legalizarlo, que para eso han estudiado, sentenció el propio Evo.
Adviértase que la marcha se propone no sólo sitiar el Congreso sino colapsar La Paz. Prepárense entonces los castigados vecinos de esta ciudad, pues nuestros no deseados visitantes nos harán la vida imposible hasta lograr su objetivo. Nadie sabe cuánto durará el asedio. Para entonces, don Evo podrá recorrer la ciudad a velocidades suicidas, a bordo de automóviles blindados y en medio de ensordecedoras sirenas y de roncos vítores populistas.
Para colmo del pintoresquismo, el sindicalista-Presidente pidió a los parlamentarios de la oposición que se trasladen al lugar donde se encuentre la marcha para dialogar con los sectores sociales sobre las observaciones que tienen a la propuesta constitucional que el Gobierno se empeña hacer aprobar, “por las buenas o por las malas”, como lo decidió el propio don Evo. Alguien que no conozca al Sr. Presidente podría pensar que estas posturas presidenciales no van en serio, sino que son tan sólo el fruto de acaloramientos oratorios ocasionales, destinados —en el caso de la marcha— a estimular el coraje de los caminantes. Pues no tales excentricidades son más que frecuentes en el Mandatario. A fin de cuentas, ¡esto es socialismo comunitario e indigenista!
Todavía más. Don Evo no se cansa de motejar a los periodistas. Este acoso reiterado que ya ha sido denunciado por las entidades que asocian a periodistas de los medios de comunicación independientes, hay que interpretarlo como una amenaza a la gente de prensa que no comulga con el actual Gobierno. Pues, así como el cruento asalto militar al departamento de Pando y la declaración del, hace tiempo desusado, estado de sitio en todo ese distrito, fue una inequívoca advertencia ejemplificadora dirigida a los prefectos autonomistas, a fin de que se plieguen a la voluntad irreductible del Gobierno centralista y cada vez más claramente autoritario, así también, las continuas denuncias contra la prensa hay que entenderlas como un anuncio de posibles represalias contra los informadores y “opinadores” que, para el criterio autoritario de los gobernantes, son demasiados. Pues de todo lo dicho y lo que se quedó en el virtual tintero de la computadora, habrá que concluir en que no estamos viviendo en los mejores tiempos, pese al repunte pasajero de Wall Stret. ¡Fue un día 13…!
*José Gramunt es sacerdote jesuita y director de ANF.
http://www.la-razon.com/versiones/20081015_006426/nota_246_690173.htm