Álvaro Riveros Tejada: Discapacitados vs. Incapaces

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Es irrebatible la capacidad que tiene el pueblo boliviano de asombrar al mundo mediante hechos que con una cierta periodicidad se suscitan y nos colocan en la palestra mediática universal. Desde hace doscientos años, cuando un 25 de mayo de 1809, en Sucre se dio el primer grito libertario de Sudamérica, una secuencia de acontecimientos históricos marcaron la curiosa influencia de Bolivia en América. Baste señalar algunos, como que un ilustre potosino: Cornelio Judas Tadeo de Saavedra y Rodríguez, sea el presidente de la primera junta de gobierno de la republica argentina y, con la fundación de Bolivia en Sucre, 16 años más tarde, se consolide la independencia americana.

No todos los acontecimientos que marcaron este curioso afán de hacer noticia fueron halagüeños. En el transcurso de los años, nos fuimos caracterizando como el país que batió todos los records de revoluciones y golpes de estado posibles, para colocar gobiernos de las más disímiles tendencias que pueden caber en la fantasía humana. Desde fascistas, pasando por comunistas, hasta llegar a etnocentristas. Por supuesto, una variopinta suerte de gobernantes que se hicieron del poder caracterizó esta demencial carrera. Militares, abogados, dentistas, periodistas, curas y trompetistas.

En nuestra forma violenta de hacer patria no estuvieron ausentes las guerras contra todos los países limítrofes y una que otra civil. En todas ellas clasificamos segundos. ¡Eso sí! Fallamos estrepitosamente en la guerra contra la corrupción, el hambre, el analfabetismo y la pobreza. Siempre bajo esta tónica, antes del referéndum revocatorio, recientemente inventado, innovamos la forma más expedita de deshacernos de un presidente, a través de la suspensión por cuerda, es decir: colgándolo en un poste de la plaza principal. Dicho método tuvo que ser abolido, dada la consternación y el repudio que ocasionó ese "reality show" en la opinión mundial. Sin embargo mantuvimos en vilo a la opinión internacional ejecutando y/o entregando a legendarios exponentes del acontecer político mundial, sean estos de izquierda o de derecha. Tales los casos del Che Guevara, Klaus Barbie, etc.

La beatificación de la hoja de coca es otro argumento que nos catapultó al estrellato. Ni que decir, cuando se decidió encumbrar en la presidencia de la república al dirigente de ese sector. Allí llegamos al paroxismo del trastorno. Fue excesiva la dosis de incienso que le aplicaron sus adulones al caudillo, al extremo de promocionarlo al Nóbel de la Paz , mamada que no se tragaron los europeos. Empero, el gusto por la primera magistratura se hizo evidente y su incontenible avidez por reelegirse y mantenerse en ella es la madre del cordero que sintetiza todos los momentos aciagos que le toca vivir actualmente a la nación. Sin salirse del libreto de la espectacularidad, este estado de cosas originó una patética batalla entre inválidos y policías, que haría estremecer a una momia. ¡Lo peor, ganaron los lisiados! Los productores de cine internacional ya pueden comenzar a rodar la película: Discapacitados vs. Incapaces.