Que Bolivia no ha tenido ni tiene una política de Estado coherente y de largo aliento en sus relaciones exteriores no es novedad, que ante semejante ausencia los gobiernos hicieron lo que se le ocurría al Canciller de turno con graves perjuicios para Bolivia tampoco lo es.
Que ahora el presidente Evo Morales es la mayor expresión del desorden, del exabrupto, del adjetivo procaz, de la improvisación y de la vergüenza ajena, desgraciadamente así es. Que su comportamiento y forma personal de ser se haya convertido en política del Estado boliviano interna como externamente, a no dudar.
Que las declaraciones presidenciales sean motivo de reiterados escándalos y tensionamientos con países amigos, sólo pueden ser comprendidas por su desprecio por las reglas de juego preexistentes, su concepción autoritaria de la vida exacerbada por sus adulones, su apego a las instructivas de su colega venezolano Hugo Chávez, al cual lo ve como su mentor y lo asume como el financiador seguro de sus aventuras, causando un gravísimo daño al Estado boliviano.
Que dentro de nuestras fronteras tengamos formalmente un Presidente que es más jefe de Partido y, a veces, jefe de campaña, es casi una costumbre cuyos efectos los vemos a diario con el descontrol de la economía y la crisis política que ha llegado a un punto sin retorno.
Que Morales Ayma sea un Presidente que no tenga pisada en varios puntos del territorio nacional empieza a no ser novedad.
Que la agenda pública nacional esté copada diariamente por sus desaciertos y por el anuncio de sus reiteradas como sucesivas derrotas, es ya una constancia en la coyuntura.
Que la última derrota importante de Morales Ayma sea la elección de Savina Cuéllar en Chuquisaca como Prefecta, donde no sólo y en lo formal se ha elegido a una autoridad, sino que se ha dado una confrontación ideológica de paradigmas estructurados a lo largo del tiempo y producto de las luchas chuquisaqueñas, es indiscutible.
Que la Alianza del Comité Interinstitucional ha fundado su propuesta en la defensa de la democracia, la solución pacífica de los conflictos, la legalidad, la unidad, el cambio cierto y el régimen de las autonomías, frente a lo que el MAS ha encarnado en el transcurso de su gobierno, el autoritarismo, la ilegalidad, la violencia, la división y el centralismo obsoleto, es así como se vio y por eso se inclinó el voto ciudadano a favor de Savina Cuéllar.
De ahí que los esfuerzos gubernamentales efectuados por sus voceros y mercenarios que quisieron dar una imagen falsa del carácter de la confrontación política en Chuquisaca y en particular de Sucre, no han tenido éxito, pues la candidatura ganadora a la Prefectura encabezada por una mujer de pollera, ha sido la mejor respuesta a la estrategia de racismo, odio y mentira implementada desde el Palacio Quemado.
Entonces, el presidente Morales tendrá que irse preparando y mejorar su quechua para posesionar, contra su deseo, a una mujer quechua como primera mujer campesina elegida por el voto popular.
Todos esperamos que al dirigirse a ella lo haga en su idioma nativo, que debería ser muy bien hablado por nuestro Presidente.
*Germán Gutiérrez G.es abogado constitucionalista
Fuente:
http://www.la-razon.com/versiones/20080702_006321/nota_246_625051.htm
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