Como paperas descuidadas, que en el hombre adulto producen la inflamación de los testículos, aunque la esterilidad es rara y a mis años poco importa, me molesta la cantaleta actual sobre el racismo. Principalmente de fariseos sesgados que se rasgan las vestiduras por alguno de sus supuestos afloramientos, arreció luego de los sucesos del 24M, nomenclatura copiona de la agresión terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11S.
En lo nacional, en Bolivia prolifera como camada jeremíaca de gatos que justifican el objetivo encubierto de hegemonía aymara sobre un país donde más del 70% de la población es biológicamente, y más del 90% culturalmente, mestiza en bella y variopinta mixtura. En lo regional, el 24M es abreviatura de lo que pasó en la Capital de la República, al salir el tiro por la culata a la provocación presidencial de cooptar la efeméride chuquisaqueña con un ajtapi de petrodólares del padrino caribeño y ambulancias españolas, rociadas con picante llajua de viáticos para zafios que se congregarían en el estadio Patria y libada con la embriagante verba del émulo andino de Hugo Chávez.
Fueran de uno u otro bando, no cohonesto excesos de la turbamulta, cuya característica sociológica es la dificultad de controlarla una vez desatada su irracional tutela. Censuro aquí la hipocresía de algunos que llevan agua al molino gubernamental, quizá para pagar prebendas, haciendo flaco favor a la distensión social y el buen gobierno que necesita la patria de todos.
Como un diplomático en México, que mejor lo hace de poeta creador de epigramas y heteronimias. Se postra ante el discurso oficial al lamentar las ´vainas racistas´ de Sucre, tragando la ´bola de bronca antirracista´ con una mestiza selección de ´ternura en charango´ de William Ernesto Centellas: ¿No supo de la renuencia centralista del Gobierno de tratar el tema de la capitalidad en su digitada Asamblea Constituyente?
Otro que antes preconizaba a Bolivia como señor de los anillos energéticos de la parte meridional de la América del Sur, ahora tal vez usa chompa a rayas en vez de frac como embajador del MAS en Europa; pudiendo orientar la desvariada política de hidrocarburos como hacía antes, llunq\'ea y parlotea espejismos fuleros de que ´con 90% de la energía nacional´ (alusión a Tamayo, que en 1910 era quizá influido por Nietzsche y su superhombre, cuando no por Gobineau y su raza superior), ´en dos años, el Presidente indio ha recuperado el gas natural (?), la minería (?), las telecomunicaciones (?), lanzado el acero del Mutún (?), la industrialización del litio en el Salar (?), un vasto programa de ayuda social a la niñez y la vejez (?), y mejoras sustanciales en salud y educación (?)´.
Ni hablar del fundamentalista aymara que fuera ministro de Educación, sociólogo que bien haría en consultar algún mataburros, con su regurgitación reciente de mal digerida historia antigua, al pontificar que ´el racismo no es una idea ni práctica reciente, sino que surgió de la lucha entre germanos y romanos en la era medieval (sic). En esa época (sic) se creyó a la raza aria o blanca como motor de la civilización moderna (sic) europea´.
Sobre el racismo en los eventos de Sucre, Agustín Echalar se pregunta si los despreciables abusos tuvieron que ver con que los humillados lo fueron por ser indios, o porque eran ´masistas´, activistas pagados ´del partido que les negó a los chuquisaqueños siquiera la posibilidad de discutir un eventual traslado de los poderes del Estado a Sucre´. Porque lo cierto es que todo depende del lente con que se miran las cosas. ¿Acaso no tenía ribetes racistas, pero al revés, cuando la turba \'originaria\' sacó a un militar herido de un hospital altiplánico y lo asesinó de manera salvaje? Los que hoy aúllan de racismo, ¿denunciaron a la opinión mundial la tortura y asesinato de los esposos Andrade por los cocaleros en el Chapare? ¿El asesinato a palos del joven Urresti en Cochabamba? ¿Y el camba enterrado vivo en Ivirgarzama, quizá por ser blancón y hablar \'chuto\'?
La diferencia entre hechos luctuosos detonados por prejuicios racistas, al revés los muchos y al derecho los pocos, es la cobertura informativa. Lo de Sucre dio la vuelta al mundo, haciendo una victoria propagandística de una derrota política de Evo Morales. Me pregunto si los fariseos del racismo desgarrarían sus vestiduras con el mismo melodrama, de conocer la truculencia de hechos criminales cometidos a la sombra indulgente, o peor, en el nombre de supuestas reivindicaciones etnopopulistas.
¿Existe racismo en Bolivia? Ciertamente hay prejuicios étnicos, que nutren actitudes hostiles hacia personas que pertenecen a un grupo social o étnico diferente. Pero no se solucionará con fomentar el odio y el resentimiento en los postergados. En Sudáfrica, el tránsito democrático tras décadas de apartheid fue viabilizado con una Constitución donde no figura la palabra \'raza\'. En Estados Unidos, el proceso de integración racial fue propiciado por leyes sabias.
En contraste, en nuestro país parece haberse abandonado el norte aglutinador de la unidad en la diversidad. Como doctrina que practica el Gobierno, en el de Evo Morales se presentan atisbos de prejuicio racial al revés, disfrazado de reivindicaciones indígenas. En su Constitución chuta, el racismo muestra la hilacha en el cantonalismo en molde balcánico en base a etnias, con sistema legal diferenciado inclusive, siendo obvio que la aymara es la mandamás entre supuestas \'nacionalidades\' iguales.
A mí no me quitan que racismo es una de esas palabrejas que hoy se carga de acuerdo al que la profiere. En el léxico del oficialismo ha adquirido una connotación sesgada que le conviene al régimen: es un cuco más en el recetario demoníaco de moda, con que se hace al pobrecito el gobierno de Evo Morales, cuando le conviene.
*Winston Estremadoiroes antropólogo.
Fueran de uno u otro bando, no cohonesto excesos de la turbamulta, cuya característica sociológica es la dificultad de controlarla una vez desatada su irracional tutela. Censuro aquí la hipocresía de algunos que llevan agua al molino gubernamental, quizá para pagar prebendas, haciendo flaco favor a la distensión social y el buen gobierno que necesita la patria de todos.
Como un diplomático en México, que mejor lo hace de poeta creador de epigramas y heteronimias. Se postra ante el discurso oficial al lamentar las ´vainas racistas´ de Sucre, tragando la ´bola de bronca antirracista´ con una mestiza selección de ´ternura en charango´ de William Ernesto Centellas: ¿No supo de la renuencia centralista del Gobierno de tratar el tema de la capitalidad en su digitada Asamblea Constituyente?
Otro que antes preconizaba a Bolivia como señor de los anillos energéticos de la parte meridional de la América del Sur, ahora tal vez usa chompa a rayas en vez de frac como embajador del MAS en Europa; pudiendo orientar la desvariada política de hidrocarburos como hacía antes, llunq\'ea y parlotea espejismos fuleros de que ´con 90% de la energía nacional´ (alusión a Tamayo, que en 1910 era quizá influido por Nietzsche y su superhombre, cuando no por Gobineau y su raza superior), ´en dos años, el Presidente indio ha recuperado el gas natural (?), la minería (?), las telecomunicaciones (?), lanzado el acero del Mutún (?), la industrialización del litio en el Salar (?), un vasto programa de ayuda social a la niñez y la vejez (?), y mejoras sustanciales en salud y educación (?)´.
Ni hablar del fundamentalista aymara que fuera ministro de Educación, sociólogo que bien haría en consultar algún mataburros, con su regurgitación reciente de mal digerida historia antigua, al pontificar que ´el racismo no es una idea ni práctica reciente, sino que surgió de la lucha entre germanos y romanos en la era medieval (sic). En esa época (sic) se creyó a la raza aria o blanca como motor de la civilización moderna (sic) europea´.
Sobre el racismo en los eventos de Sucre, Agustín Echalar se pregunta si los despreciables abusos tuvieron que ver con que los humillados lo fueron por ser indios, o porque eran ´masistas´, activistas pagados ´del partido que les negó a los chuquisaqueños siquiera la posibilidad de discutir un eventual traslado de los poderes del Estado a Sucre´. Porque lo cierto es que todo depende del lente con que se miran las cosas. ¿Acaso no tenía ribetes racistas, pero al revés, cuando la turba \'originaria\' sacó a un militar herido de un hospital altiplánico y lo asesinó de manera salvaje? Los que hoy aúllan de racismo, ¿denunciaron a la opinión mundial la tortura y asesinato de los esposos Andrade por los cocaleros en el Chapare? ¿El asesinato a palos del joven Urresti en Cochabamba? ¿Y el camba enterrado vivo en Ivirgarzama, quizá por ser blancón y hablar \'chuto\'?
La diferencia entre hechos luctuosos detonados por prejuicios racistas, al revés los muchos y al derecho los pocos, es la cobertura informativa. Lo de Sucre dio la vuelta al mundo, haciendo una victoria propagandística de una derrota política de Evo Morales. Me pregunto si los fariseos del racismo desgarrarían sus vestiduras con el mismo melodrama, de conocer la truculencia de hechos criminales cometidos a la sombra indulgente, o peor, en el nombre de supuestas reivindicaciones etnopopulistas.
¿Existe racismo en Bolivia? Ciertamente hay prejuicios étnicos, que nutren actitudes hostiles hacia personas que pertenecen a un grupo social o étnico diferente. Pero no se solucionará con fomentar el odio y el resentimiento en los postergados. En Sudáfrica, el tránsito democrático tras décadas de apartheid fue viabilizado con una Constitución donde no figura la palabra \'raza\'. En Estados Unidos, el proceso de integración racial fue propiciado por leyes sabias.
En contraste, en nuestro país parece haberse abandonado el norte aglutinador de la unidad en la diversidad. Como doctrina que practica el Gobierno, en el de Evo Morales se presentan atisbos de prejuicio racial al revés, disfrazado de reivindicaciones indígenas. En su Constitución chuta, el racismo muestra la hilacha en el cantonalismo en molde balcánico en base a etnias, con sistema legal diferenciado inclusive, siendo obvio que la aymara es la mandamás entre supuestas \'nacionalidades\' iguales.
A mí no me quitan que racismo es una de esas palabrejas que hoy se carga de acuerdo al que la profiere. En el léxico del oficialismo ha adquirido una connotación sesgada que le conviene al régimen: es un cuco más en el recetario demoníaco de moda, con que se hace al pobrecito el gobierno de Evo Morales, cuando le conviene.
*Winston Estremadoiroes antropólogo.
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