El Vicepresidente tiene cara de malo. Claro, con esta frase ya me deschapé. Los unos dirán que no estoy con el proceso de cambio, etc., etc., los otros que tengo toda la razón, y que más bien me quedé corto. Cómo pues, dirán los primeros, si el Vicepresidente es tan lindo y todo lo que dice nos da fuerza en las flaquezas y nos llena de alegría. Bien hecho, diciendo. Si lo ves con cara de malo es que estás equivocado y te duele estarlo, como el pecador que es pescado in fraganti. El Vicepresidente repite su discurso, el discurso: lo que el Gobierno espera de él, no se sale ni un milímetro de la línea, es decir: El Gobierno hace maravillas y sus críticos son unos tales por cuales. El Vicepresidente discursa con voz tonante: “¡A la cárcel!”, dice, por ejemplo, y luego tuerce los labios en un rostro de hierro, en un cuerpo rígido, vestido con un terno impecable. O estás conmigo o estás contra mí. Nadie nos detendrá, porque tenemos la razón, porque seguimos lo que dice el Pueblo, y todo lo que dice el Pueblo está permitido. No esperemos objetividad del Vicepresidente. Está en el poder, y su función es justificar los actos del poder. Fácil es, no se necesita ya pensar, ni crear, ni dudar, ni conceder, sino repetir el discurso. Como dijo el Presidente, puede decir también, para que su discurso tenga la cualidad de lo inobjetable. Y todo el resto dirá asimismo, como dijo, como explicó, como reveló, como declaró el Presidente o el Vicepresidente. Fácil es no salirse de la línea. Cualquier cosa puede pasar, pero el discurso no cambia. Cualquiera que se ponga a ver el Canal 7 y demás sietes ya sabe de antemano lo que va a escuchar. (Y por qué no decirlo, los discursos del otro lado también son predecibles, es decir, dirán todo lo contrario de lo que se dice en el Gran 7. Cierro el paréntesis porque el tema de hoy es lo que dice el Vicepresidente). Vivimos tiempos de lo blanco y lo negro. Fácil es. Para qué dudar, para qué medias tintas y tibiezas. Y entonces uno se pone a pensar, si más al fondo, si en su corazoncito, el Vicepresidente duda, si el Vicepresidente ve las cosas de otro modo de cómo las dice. Claro, él puede ver de otro modo, pero no puede decirlo. Y muchos, nos consta, tienen sus dudas y sus tentaciones, humanos somos, pero no pueden decirlo, no tienen la libertad de decirlo. El poder es eso, también: la pérdida de libertad. Tienes que declarar lo que conviene, lo que los demás tus jefes y tus seguidores esperan que declares, ni más ni menos. Cuando dejas el poder, entonces sí, de nuevo, te vuelves humano y opinas con libertad. Ah, cómo recuerdo yo, con nostalgia, hace algunos años, cuando el actual Vicepresidente participaba de programas de opinión, como por ejemplo en El Pentágono, con otros intelectuales y hasta con misses. ¿Se acuerdan, no es cierto? Pues, entonces, el uno hablaba, el otro hablaba, y más o menos le achuntaba sobre la caracterización del “momento actual”, o decía cualquier cosa. Pero al final le preguntaban a Álvaro, así se llama nuestro Vicepresidente, y él sí tenía todas las respuestas, y las críticas, y los análisis, y uno se quedaba impresionado ante tanta claridad y tanto acierto respecto del “momento actual”. Él sabía, tenía criterios, tenía razones, tenía formación y acuciosidad. Ahora no, ahora el Vicepresidente no “lo ve clarito”, porque está en el poder, y lo que hay que hacer es fácil: repetir el discurso. Bueno, qué se le va a hacer. A estas alturas ya me identificaron del todo. Soy uno más de los equivocados de este país. * Escritor
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