Bolivia y Estados Unidos están a punto de romper relaciones, formalmente, pero son países que se parecen mucho. La semana pasada sus presidentes estuvieron embarcados, exactamente en las mismas horas y los mismos días, en el propósito de exigir a la oposición que acepte sus criterios. Evo Morales quería que los prefectos de la media luna que quedan firmen un documento que él había preparado como conclusión del diálogo que debían tener ambas partes. El concepto de diálogo que tiene es muy sui generis: los otros deben firmar, sin chistar, un documento que él les presenta como acuerdo final. George W. Bush quería que los demócratas aprueben un paquetito de apoyo al sistema financiero por 700.000 millones de dólares. Bush también cree que la idea que él tiene para resolver el problema de la economía de su país es la única posible y los opositores deben firmarla sí o sí. Para convencer a los prefectos, Morales amenazaba con el asalto de la ciudad de Santa Cruz por su ejército de cocaleros. Para convencer a los demócratas, Bush lanzó un dramático discurso en que dijo que si no aprobaban el paquetito, todo se iba a derrumbar en Estados Unidos. Estos dos personajes se parecen. Ninguno de ellos habla bien el idioma que se habla en sus países. Ambos tuvieron, en su juventud, actividades económicas poco honorables. Ambos se visten muy bien, con trajes caros, y practican deporte. Dicen en Estados Unidos que cuando Bush escucha la palabra escrúpulos cree que se trata de un apellido griego. En Bolivia, en cambio, dicen que Morales no relaciona esa palabra con nada. En estos días, ambos personajes están enfrentando graves crisis en sus economías. El uno enfrenta una crisis que se generó sin su participación; el otro pareciera interesado en provocar una crisis económica tan grande que al final nada quede en pie. El uno quisiera salvar al sistema capitalista, el otro ayudar a que se hunda. Quizá esa sea la diferencia entre estos dos personajes. Pero ambos meten la pata con cierta facilidad. Lo más conocido de Bush es cuando dijo "dont misunderstimate me", que se podría comparar con la frase boliviana "no me desabandonen", aunque la traducción sería "no me dessubestimen". Morales se hizo famoso, salvo en la prensa boliviana, por haber felicitado a las FARC el 2 de julio por la liberación de Ingrid Betancourt, sin saber que había sido liberada por el ejército colombiano. Y siempre habla de los pueblos "originarias". Pero los dos personajes, aunque tan parecidos, no se conocen, o preferirían no haberse visto nunca. Morales ha expulsado al embajador de Bush acusándolo de ser el cabecilla de la conspiración de los prefectos. Por las dificultades que tiene todavía para doblegar a los prefectos, se podría decir que expulsó al personaje equivocado. También se parecen en su comportamiento en las elecciones. Bush ganó con pocos votos su primera elección pero en su "ratificatorio", es decir su reelección, hizo fraude en Miami. Morales logró 53% el 2005 pero en su ratificatorio, ya con su gente en la Corte Electoral, logró un inverosímil 67%. Al final, parece que la expulsión de Philip Goldberg no ayudó en nada a resolver la crisis boliviana y la expulsión de Gustavo Guzmán, nuestro embajador, no le hizo mella a la crisis financiera norteamericana. Empate.
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