Una vendedora de flores del mercado decía a un medio de comunicación que ella vende ahora menos flores porque a las señoras no les sobra dinero después de comprar los productos indispensables para alimentarse. Mientras oficialistas y opositores discuten si la actualización del Índice de Precios al Consumidor (IPC) es correcta o si a fin de año el indicador será uno o dos dígitos, las amas de casa y las vendedoras en los mercados saben que los precios suben. Las amas de casa no calculan el incremento del IPC, pero sí cuánto gastan en las compras de la semana. Si retornan a su casa con menos fideos, arroz, azúcar o verduras, saben que hay inflación. Si las vendedoras no pueden reponer las mercancías vendidas el día anterior, también saben que hay inflación. Sin embargo, su estrategia será la de subir el precio de sus mercancías, para reponerse de la pérdida. Si la ama de casa es asalariada no podrá reponerse. Vale decir, a los únicos que afecta la subida de precios es a los asalariados: profesores, salubristas, obreros, empleados y en general al mundo de los sindicalizados. Todavía tenemos presente la estrategia de la Central Obrera Boliviana a principios de los 90, ante la subida de precios de los artículos de primera necesidad: huelga general e indefinida, paros, marchas, huelgas de hambre, etc. Si bien las huelgas indefinidas nunca se llegaban a registrar, esta organización hacía sentir su presencia con otras medidas. Los dirigentes se ganaban el respeto de sus bases por su cuota de sacrificio. Al interior de la COB, hoy prima la solidaridad con el Presidente, por ello no convocan a los instrumentos y a las declaraciones de “antaño”, sólo algún díscolo en Oruro aparece con dichas poses. La dirigencia sindical afirmaba que no puede cometer el mismo error que cometió con el presidente Siles: pues consideran que a un Gobierno de izquierda no se lo puede someter a las mismas medidas de presión que se utilizan con uno de derecha. Por declaraciones de su máximo dirigente, Pedro Montes, hasta hace poco esta organización consideraba que los culpables del alza de precios eran los empresarios. Esta indeterminación cobista provocó que sean otras organizaciones como las cívicas opositoras, los choferes, las que inicien las movilizaciones contra el Gobierno por el tema de la inflación y el desabastecimiento de la canasta familiar. Ahora, la COB cambió su actitud y convocó a un Ampliado sindical en el que determinó retomar, desde el 16 del presente mes, las banderas de lucha y de defensa de los intereses económicos de los asalariados. Sin embargo, a dicho evento sólo asistieron 26 organizaciones, de las 68 que componen la estructura sindical. Parece que la inflación también divide a la COB, pues en el interior de esta organización no sólo están los asalariados, sino también los gremiales. Ambos segmentos de trabajadores tienen diferentes estrategias frente a los precios: los gremiales, campesinos y otros sectores no asalariados transfieren al consumidor el incremento de precios y pueden quedar en tablas. Mientras que los asalariados sólo tienen la posibilidad de luchar para que su empleador incremente los salarios, incremento que será transferido también al consumidor, por lo tanto el asalariado será el único perdedor en esta situación. La inflación está empujando, incluso a los sectores que no quieren causar problemas al Gobierno, a salir a las calles a presionar por reajustes salariales. Mientras tanto la vendedora de flores subirá su precio, aunque le compren menos, y los técnicos del oficialismo y la oposición seguirán discutiendo el cambio del IPC. * Economista
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