Hace algunas semanas, el presidente Evo Morales anunció que todo su gobierno, representado por el gabinete ministerial en pleno, la bancada parlamentaria oficialista, además de otros funcionarios jerárquicos, prefectos, alcaldes y líderes sindicales afines al MAS, se trasladarían masivamente a La Habana para participar en los festejos del medio siglo de la revolución cubana. "Ministros, viceministros tienen que ir con su plata, nadie se los pagará, vamos a ir a festejar los 50 años de revolución (de Cuba), quiero ver a toda la bancada del MAS", dijo Morales y anunció que gestionaría el financiamiento necesario para que los líderes de las diferentes organizaciones sociales del país también estén presentes en el festejo. La instrucción presidencial fue acogida con entusiasmo por muchos de sus seguidores, y aunque no gustó la idea de que los gastos del viaje corrieran por cuenta de cada funcionario o parlamentario, la posibilidad de que se negocien paquetes turísticos con cómodos planes de pago hizo que varios comiencen ya a planificar su vacación de fin de año, con sus familias incluidas, en las playas cubanas. Ha transcurrido bastante tiempo desde que se iniciaron los preparativos del masivo viaje y la fecha de celebración está muy cerca. Sin embargo, a la vez se han desencadenaron peleas entre los dirigentes de los “movimientos sociales” por un espacio en la comitiva, en vista de que muchos de ellos prepararon sus maletas, pero del asunto no se ha vuelto a hablar. Por lo que se ve, la euforia con que se pretendía testimoniar los vínculos de hermandad entre la revolución cubana y la boliviana, entre el Partido Comunista de Cuba y el Movimiento Al Socialismo, se ha desvanecido. Si alguien viaja, lo hará sin tanta alharaca y se evitará dar motivos para que se sospeche que es al modelo castrista hacia donde se encamina el proyecto político del MAS. La explicación es sencilla. Es que la experiencia cubana está muy lejos de ser digna de exhibirse como un ejemplo a imitar. Los festejos del 50 aniversario de la revolución no podrán disimular el hecho de que más que un éxito a ser emulado, es un fracaso con el que ni los recalcitrantes socialistas se quieren identificar; que tampoco es algo de lo que los propios comunistas cubanos estén orgullosos, como que han comenzado a desmontar las bases fundamentales de un sistema económico que sólo distribuyó la pobreza. Proponer a Cuba como modelo en vísperas de un referéndum como el que se realizará en enero podría ser catastrófico. Y como según las encuestas el MAS corre el riesgo de experimentar una frustración en las urnas, es comprensible que sus militantes hayan optado por ocultar tanto como sea posible su identificación con un régimen que se tambalea. Aparentemente, el PCC tendrá que festejar sin muchos de sus invitados.
http://www.lostiempos.com/noticias/08-12-08/editorial.php
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