El fracaso de todo régimen de gobierno tiene dos causas primeras y últimas que a la larga determinan su impopularidad: ineptitud e inmoralidad; pero su desgaste inmediato y continuo se debe sobre todo a la incapacidad de controlar la información. En la praxis política, los ministros de informaciones en rigor son de propaganda o de mentira deben tamizar la verdad, dosificarla, desviarla, distorsionarla, dorarla o falsificarla, de modo que los hechos no se vean como son, sino como conviene hacerlos ver. Pero son tan chabacanos que sus tiros salen por la culata. Inclusive la mentira doméstica exige alguna habilidad, y en política mentir es una adicción torpe, como drogarse para obtener satisfacciones pasajeras con peligro de intoxicarse hasta morir. La mentira tiene siempre corta vida; pero puede prolongar su agonía o enterrarse con honores gracias a las modernas técnicas de comunicación. Los políticos lo saben, y creen que para ello basta monopolizar los medios y bombardear con falsedades; pero se necesita sobre todo inteligencia, cosa difícil de encontrar en los rebaños de conmilitones y oportunistas. Además, si la mentira es descarada, de nada sirven técnicas, fortunas, cerebros ni milagros El ex presidente Sánchez de Lozada dijo alguna vez que el punto más flaco de su régimen era una opinión pública mal informada de su programa de gobierno, y para remediarlo cambiaba de ministros de Información o Comunicación con más frecuencia que de camisa. Pero, aunque todos defendían a rajatabla las tropelías del jefe, ninguno sabía mentir y se ganaban conflictos gratuitos con la prensa poniendo en evidencia lo que todo oficialismo intenta negar: que el Parlamento está manipulado por el Ejecutivo. Con Evo Morales, se repite la historia. Todos los líderes políticos, oficialistas u opositores, deberían preocuparse de que la opinión pública esté bien informada para disponer de un apoyo ciudadano consciente; pero tienen un enemigo peligroso que deben mantener cautivo: la verdad. Para informar bien, tendrían que obrar con rectitud y, como actúan de mala fe, más les conviene desinformar o mentir. Ninguna actividad es rentable sin buena propaganda, mucho menos la política; pero los descalabros no se arreglan sustituyendo a un publicista ineficiente con otro más lenguaraz o menos bruto. Los funcionarios son sólo engranajes, y si el aparato es malo o está mal conducido tronará sin remedio. Ni los más talentosos comunicadores pueden arreglar los barullos de un mal gobierno, porque no se puede ir a contrapelo de la razón sin chocar con el buen juicio de los demás. Hay individuos hábiles para mentir; pero ninguna lengua es tan diestra para contradecir la realidad palpable; y los mentirosos chabacanos al servicio del poder caen siempre en el ridículo. No sólo se miente para engañar, sino también por vicio, por vanidad o por piedad; pero no se puede contradecir a la razón, que es algo así como un sistema de universal de principios que norman nuestra capacidad de entendimiento para discernir lo verdadero de lo falso. La razón se rebela cuando alguien pisotea esos principios mintiendo por obligación, sin lealtad a la verdad y sólo por favorecer al poderoso que paga bien. Si los gobernantes tuvieran algo de seso, sabrían que la solución es sencilla: obrar con rectitud y decir la verdad. Así no necesitan funcionarios que hagan una caricatura de la realidad insultando nuestra capacidad de entendimiento. La verdad presta mejores servicios, y sin cobrar sueldo: pero nunca condice con las necesidades del poder.
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Este blog ha sido creado para que los paceños nos quitemos el estigma de que somos masistas. LA PAZ NO APOYA AL MAS, La Paz no apoya los afanes totalitarios del gobierno de Evo Morales. Bienvenidos los nuevos lectores: LA PAGINA SE ACTUALIZA DIARIAMENTE