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lunes, 1 de septiembre de 2008

NO NADAR CONTRA LA CORRIENTE

Inmersos como estaban hasta el cuello en el ya caduco dogmatismo marxista-leninista, los ahora evanescentes ‘revolucionarios’ creían a fe ciega en principios que determinaban su táctica y estrategia frente al ‘enemigo’ de ‘clase’. Tenían las neuronas cerebrales condicionadas por un ‘revolucionarismo’ que les empujaba a la lucha, mientras más violenta, mejor, como táctica de superación de toda contradicción política. Creían que lo nuevo (‘revolución’ con ‘cambios’ favorables a los más) refulgiría en las pupilas del pueblo, inmediatamente después de que le sacasen la mugre al adversario. Lo nuevo, efectivamente, sobrevino en Rusia con Lenin y después en China con Mao y, por último, en algunos países europeos tras la Segunda Guerra Mundial. Pero lo inédito no fue más allá del cambio de pertenencias sociales en el poder político, puesto que a los regímenes de la nobleza o la burguesía sucedió una ‘nomenclatura’ dirigencial surgida de capas medias y populares que mantuvo para sí los privilegios que antes gozaran los ‘enemigos de clase’. Todo, a título de una falaz ‘dictadura del proletariado’ que, en realidad, no era de los trabajadores, sino de la muy burócrata élite gobernante. Ésta vivía muy bien en barrios exclusivos, gozando de buenos ingresos, con derecho a viajar libremente al exterior, mientras el grueso de la población se la pasaba inmersa en una medianía castigada por múltiples carencias en materia de consumo y con las libertades personales tan severamente restringidas que no podía salir del país ni como turista. En América Latina, la táctica y la estrategia neopopulista para aplastar al adversario y hacerse del poder total trasmina a marxismo-leninismo y fascismo. Podría decirse, inclusive, que este último tufo es el que mayormente predomina en sus espacios. Del fracasado sistema comunista del este europeo se heredó la compulsión a la confrontación permanente. No negociar con la oposición, sino aplastarla. Sin embargo, el neopopulismo acusa una variante: en vez de balas, a la oposición la acribilla con ‘referéndums’. Utiliza estas ‘consultas’ a modo de ‘misiles’ para abrirse paso hacia un nuevo orden constitucional que le garantice total hegemonía política. El paradigma hitleriano o mussoliniano se manifiesta más bien en la cuestión operativa: bien organizados ‘movimientos sociales’ para amedrentar y acorralar al adversario. Todos sabemos cómo y por qué acabaron Hitler, Mussolini y después el sistema comunista europeo. Estas emergencias carecían de bases y supuestos ciertos para imponerse en el tiempo como modelos políticos y económicos. Como nadaban contra la corriente, terminaron arrastrados por el río de la historia.En América Latina, al neopopulismo no le favorece ni le favorecerá para nada seguir navegando contra la corriente, como lo hace, apostando para todo a la confrontación y no a la negociación. Ojalá que perciba a tiempo los riesgos que implica tan imprudente talante, antes de que sea demasiado tarde…
* Columnista
http://www.eldeber.com.bo/2008/2008-08-31/vernotacolumnistas.php?id=080830225327

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