El mensaje del referendo tarijeño del pasado domingo, a la par de significar el cierre del ciclo autonómico que involucra a cuatro de los nueve departamentos del país, con perspectivas de ampliarse a otros más, apunta a la inutilidad de la consulta revocatoria de mandatos el 10 de agosto próximo, por provenir del centralismo a despecho de los estatutos autonómicos aprobados, además de plantear la necesidad de un substancial viraje gubernamental hacia un pacto o acuerdo nacional. Pese a ello, lo que un diario colega acertadamente califica de ceguera y sordera del gobierno central, impide que sus personajes representativos, a la cabeza del Presidente de la República, se avengan a dar el insoslayable cuarto de conversión, aferrándose en el hecho de que las autonomías departamentales no están previstas en el marco de la Constitución vigente, sin empero reparar en que la revocación de autoridades electas, tampoco lo está. En este contexto, los prefectos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, más el de Cochabamba, han dado señales claras de su voluntad de entenderse con el órgano Ejecutivo, mientras que el Primer Mandatario y su entorno, aparte de seguir cuestionando los contundentes resultados de las urnas, creen que el revocatorio no sólo será su tabla de salvación, sino que les permitirá imponer aquello en que están febrilmente empeñados desde diciembre del pasado año; es decir, el proyecto de ley fundamental de factura de su instrumento político y adherentes, plagado de figuras erráticas y vicios que no ocultan su evidente tramitación irregular e ilegal. Ahora bien, la confrontación entre ambas facciones obedece a más motivaciones por encima de la ya mencionada; es el caso de las medidas que en lo económico y social, llámense prohibición de exportaciones, fijación de bandas de precios y determinación premeditada de dañar al aparato productivo, en fin, o afán rentista para el logro de objetivos hegemónicos y de perpetuación, por una parte, a lo que de otra debe añadirse una política exterior a todas luces aislacionista, conforman una visión de presente y futuro que harto difiere de la que sustenta más de la mitad del país, circunstancia que las torna incompatibles entre sí; peor aun en un escenario de oportunidades que se vienen desaprovechando de forma irresponsable y sin medición de consecuencias a la vuelta de la esquina. De ahí es que desde hace tiempo se habla de las dos Bolivias, dándose inclusive pábulo a que a una se le quiera endilgar supuesta inspiración secesionista, cuando de lo que se trata es de consolidar la unidad en la diversidad y labrar un porvenir que satisfaga a todas las regiones por igual, según sus potencialidades y el trabajo y la capacidad creativa de sus habitantes, sean nativos o no, así como a través de regímenes políticos y administrativos verdaderamente descentralizados bajo el alero de un único Estado nacional. Quien no lo ve así peca de miope o servil de intereses subalternos.
Fuente:
http://www.lostiempos.com/noticias/24-06-08/editorial.php
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