Editorial de La Razón los triunfos de la coca

El cultivo de la hoja de coca sigue creciendo en el país y ahora ha alcanzado las 28.900 hectáreas, según datos divulgados por la ONU. El informe dice que con la actual producción de coca de Bolivia, Colombia y Perú se podrían producir 994 toneladas de cocaína todos los años. El organismo tiene cifras alarmantes acerca del crecimiento del consumo de drogas en el mundo, sobre todo en la juventud.
El informe de Naciones Unidas se conoce cuando los cocaleros acaban de expulsar del Chapare a la agencia estadounidense de cooperación Usaid, que tenía el propósito de alentar los cultivos alternativos a la coca. Productores de banana, piña, palmito, además de propietarios de granjas de pollo, se sienten abandonados y alertaron que esa región de Cochabamba se convertirá en un territorio exclusivamente cocalero.
El presidente de la República, Evo Morales, había prometido que durante su gestión no habría "coca cero", pero que buscaría llegar a la meta de "cocaína cero". Según informes del Gobierno nacional, el área cultivada con coca ha crecido en los Yungas de La Paz al punto de que han llegado a Caranavi y se aproximan al Beni, mientras que, por otro lado, los colonizadores de Yapacaní exigen al Poder Ejecutivo que se les reconozca el derecho a convertirse en cocaleros.
Respecto de la droga, la prensa peruana ha divulgado informes según los cuales los fabricantes de clorhidrato que operaban en Colombia pero que fueron expulsados de allí por el gobierno del presidente Álvaro Uribe, han optado por trasladarse a Bolivia.
En el país se descubren todos los días 15 fábricas de cocaína; la Policía, hasta el año pasado, había descubierto un total de 9.800. Por otro lado, algunos pueblos indígenas, del altiplano y de los llanos, se han convertido en aliados de los narcotraficantes. Se han reportado casos en Potosí y en Santa Cruz de originarios que dieron protección a los narcotraficantes, alertándoles de la llegada de la Policía o directamente enfrentando a las fuerzas del orden.
El poder económico de la coca no solamente afecta a los cultivos alternativos del Chapare: ha invadido muchas otras actividades. Entretanto, el Estado boliviano no cuenta con los instrumentos suficientes para rastrear los recursos de la droga que se infiltran en la economía legal.
El peor impacto que tiene la droga en nuestra sociedad es el perjuicio que provoca en los jóvenes que la consumen y que cada vez son más. La sociedad ha sido afectada por esta plaga, ante la cual no tiene suficientes autodefensas.
El país está, por lo tanto, ante un desafío muy grande. No se puede dejar para después la enorme responsabilidad de encarar este problema desde todos sus flancos.
Permitir que los cultivos de coca vayan desplazando a los legales —incluso de árboles frutales, como es el caso de Yungas— es algo que daña la economía pero además empobrece los suelos. Permitir que la economía sea dominada por una actividad ilegal es suicida para el país.
Y permitir que los jóvenes estén a merced de productos que destruyen las neuronas de sus cerebros y los convierten en seres que actúan como primates, es descuidar el futuro del país. Los padres de familia exigen medidas al Gobierno, para evitarlo